"En las cosas del saber y del vivir, sólo se gana lo que se da, sólo se pierde lo que se guarda”. Estas son las sabias palabras del poeta, Antonio Machado, que nos hacen reflexionar sobre la grandeza y la miseria del ser humano. Dilema entre egoísmo y generosidad; dilema que, para un maestro, no es nunca tal, porque sabe conjugar, en sí mismo, tanto grandeza, como generosidad. Sólo aquél que vive para los demás, podrá ser llamado maestro. Porque qué gran verdad nos supo expresar Henry Adams al decir “Un Maestro trabaja para la eternidad. Nadie puede predecir dónde acabará su influencia”.
Un maestro es sembrador de eternidad. Un ser que da, que siempre da, que no se cansa de dar. Un ser que dando, vive, y no sólo existe. Aquél que educa, forma y forja para la vida, más allá del fluir de los tiempos.
Ser maestro es una elección de vida que se asume con el corazón y sobrelleva todo lo que esta labor indica: exigencias, renunciamientos, frustraciones, agotamiento pero también muchas satisfacciones. porque todo se deja a un lado cuando se ingresa a un aula y se trata de dar lo mejor. Por eso hoy rendimos homenaje a todos los maestros que creen que educar es sembrar para un mundo mejor. A todos ellos que se comprometen con su tarea y cargan en sus hombros la gran responsabilidad de saber que la educación es la única herramienta para transformar y mejorar la realidad.