Adviento; es un término derivado de la palabra latina “Adventus”, significa venida. En el lenguaje cristiano adquiere significado propio al referirse a la venida de Cristo.
Desde el Antiguo Testamento el pueblo era exhortado a preparar la venida del Señor. Esta preparación se daba sobre todo declarando algunos días consagrados a Dios, esto es lo que hacemos en Adviento: prepararnos para recibir al Señor.
También en este tiempo preparamos la “Corona de Adviento” que es una figura geométrica que no tiene ni principio ni fin. La Corona de Adviento recuerda que Dios tampoco tiene principio ni fin, por lo que refleja su unidad y eternidad. Es señal del amor que se debe tener hacia el Señor y al prójimo, que debe renovarse constantemente y nunca detenerse.
El color verde representa la esperanza y la vida. En la corona de adviento nos recuerda que Cristo está vivo entre nosotros y la vida de gracia, el crecimiento espiritual y la esperanza que debemos cultivar durante Adviento. El anhelo más importante debe ser el llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre, así como el árbol y sus ramas.
Las cuatro velas de la Corona de Adviento se van prendiendo semana a semana, en los cuatro domingos de adviento y con una oración especial. Las velas permiten reflexionar la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo, como las velas de la Corona.
La Corona de Adviento tiene tres velas moradas y una rosada que se enciende el tercer domingo de Adviento. El color morado representa el espíritu de vigilia, penitencia y sacrificio que debemos tener para prepararnos adecuadamente para la llegada de Cristo. Mientras que la rosada representa el gozo que sentimos ante la cercanía del nacimiento del Señor.
Preparemos nuestro corazón para recibir al Niño Jesús